“El Señor ya no quiere dar el agua”

Foto: Brenda Platero /FLM-SM-CA

Antonia González nació en la aldea Las Flores, Jocotán, Chiquimula, Guatemala. “Toda la vida he vivido aquí. Aquí nací, aquí crecí, aquí estoy quedando”, dice.

Esta indígena guatemalteca, quien ya vivió más de ocho décadas, recuerda que en su aldea hubo tiempos mejores. “Antes se sembraba de todo y todo daba. Hoy con la falta de lluvia estamos bien afligidos porque no ha estado lloviendo, y decimos nosotros, ¿que cómo vamos a hacer para pasar el día? nos está afectando mucho que no haya agüita”.

La falta de lluvias hizo que durante 2015 e inicios de 2017, sus cosechas no produjeran lo suficiente, ni siquiera para el consumo de la familia. Pero, la falta de agua también puso en riesgo el consumo del líquido vital. “Donde tomamos agua era en el vertiente, pero  también se va porque no hay mucha lluvia”, explica.

En la comunidad, han pasado por varias vicisitudes: “nos querían desalojar las empresas para hacer una hidroeléctrica, pero  nosotros dijimos ¿cómo vamos hacer? ¿a dónde nos vamos a ir? ¿Con qué dinero vamos a comprar?, ¡Ay Dios mío! yo que ya estoy bien grande ya no puedo comprar o irme a otro lugar, yo estoy en mi tierra, aunque sea hago un  mi petate y lo vendo”, manifiesta.

Doña Antonia tuvo  16 hijos, pero solo sobrevivieron seis, a los que crio con lo que ganaba de la venta de los petates que hace, y con la cosecha que sacaba. “También me  dedico a la agricultura,  en veces, sembramos frijoles, maíz, rábanos, semillas de culantro”, indica orgullosa de lo que hace.

Pone su esperanza en Dios para que la sequía no les siga quitando sus cultivos y su fuente de agua. “Por eso, como decimos nosotros también porque somos desobedientes,  el Señor ya no quiere dar el agua que bebemos y lo que pasa también que todos los palos los bota la gente para leña, todo lo destruimos ”, dice a modo de conclusión.

Texto: Zoraya Urbina /FLM-SM-CA